BILLETE DE PRIMERA CLASE
Reivindico el derecho a estar triste.
A estar airado.
A no regar las flores si no se tienen fuerzas.
A no hablar del tiempo ni de política.
A tener el armario desordenado.
Reivindico el derecho a tener defectos,
a cometer fallos,
a circular por la izquierda,
a ir contracorriente,
a no decir siempre que sí,
a toser y estornudar,
a transgredir todas las normas y costumbres.
Reivindico el derecho a no ser un mirlo blanco,
a ser el patito feo,
la oveja perdida,
el hijo pródigo.
Reivindico el derecho de los jorobados
y de los que van sin corbata,
de los que llegan siempre tarde
y de los que no acuden a la cita,
de los marginales y de los apocalípticos.
Y reivindico todos estos derechos
para que nadie se desanime
y pierda la esperanza
de conseguir un billete de primera clase al Paraíso.
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