27. ago., 2021
NUNCA LA LUZ ES ALTANERA
Nunca la luz es altanera
ni soberbia
ni mira de soslayo.
Emerge tímidamente,
como pidiendo permiso
para entrar en nuestras vidas.
Ella, que es fuente de vida,
inspiración,
recreo de los sentidos,
certidumbre y anhelo,
pasa discretamente,
con sigilo,
para no molestar,
para no hacer sombra a nadie,
para que todo el mundo
pueda acogerse al calor de sus rayos.
Ella, la luz,
prodigio inmerecido,
milagro imperceptible,
pozo inagotable de alegría,
caricia que apacigua,
ardor en la penuria,
incontestable vergel de esperanza,
razón última de la existencia,
se oculta calladamente cada día
con la promesa inquebrantable
de volver a nacer cada mañana.
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