RETRATO
Prefiero la tranquilidad del campo
al bullicio y griterío de la ciudad,
un poema de Fray Luis
a otro de Charles Bukowski.
Me aterran los tumultos y la muchedumbre.
Nada como los valles solitarios nemorosos.
Rehuyo las calles sórdidas,
los bares con letreros de neón.
No digamos ya las fiestas y el jolgorio,
aunque sean populares.
De la postmodernidad, me quedo
con su intuición para saber
quién fue el asesino de JFK,
pero me cansa su lenguaje atrabiliario y decadente.
¿Soy clásica o romántica?
No sé.
Me despojé de todos los prejuicios
una tarde en que nadie me veía.
Tengo pocas certezas,
que luchan siempre con las sombras.
Me gusta el canto eterno de la fuente
que siempre dice la verdad.
Lo siento, Umberto Eco,
debo de ser la única persona
en todo el planeta y sus satélites,
que no ha leído El nombre de la rosa,
tal vez porque los laberintos los dejo para otros.
Prefiero la tranquilidad del campo
al ruido de la ciudad,
quizá porque los pobres
también tienen sus derechos.
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