LA FIESTA
Hay días en la vida solitarios,
en los que la luz es gris y perentoria.
En los que el mundo parece más grande y más vacío.
En los que no se oye la voz de los amantes
ni el ruido de la selva.
Pero hay otros,
extraños y pasajeros,
en los que aparece el Lawrence de Arabia
a hablarme del desierto
o Spielberg a rodar una película
de gigantes y enanos
o la sombra de Rebecca en Manderley.
Hay días en los que ceno
con la Doncella de Orleans
o que subo a la noria
donde está The third man.
Hay veces que Orson Welles me requiebra
o discuto con Derrida sobre la deconstrucción.
Otras, es Umberto Eco el que entra en el debate
y entonces huyo con Heathcliff a Cumbres Borrascosas.
En mis sueños
hay días fabulosos
en los que los fantasmas
celebran una fiesta en mi castillo.
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