14. sep., 2019
TEMPUS FUGIT
Pasan los años,
deprisa y sin sosiego.
Dejan huellas en la arena,
que otros mirarán con displicencia,
ignorando quizá que pueden ser las huellas de un guerrero,
las de un náufrago o las de un perdedor.
Pasan los años
y la memoria es el castillo
donde habitan los fantasmas,
que antaño fueron muchachas y corceles,
jardines y fiestas.
Un castillo con muchas estancias
que, a veces, son tardes de verano,
otras, noches sin pálpito y sin estrella.
Algunas son vendavales que arrasan con todo
y en otras está el estigma de la soledad.
Pasan los años
y la memoria es un huésped incómodo para el alma
que no volverá a ver la primavera.
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