2. ago., 2017
LA GENTE
La gente tiene prisa.
Cruza las plazas, los valles, los océanos
y naufraga en un mar de circunstancias.
La gente sonríe,
se sacude el polvo de la ropa,
pregunta a su vecino por aquel muerto que enterraron ayer tarde,
y bebe despacito del agua que cura las enfermedades.
La gente no tiene consignas,
camina en libertad,
sin dicterios ni banderas que la atrapen.
Amanece con las botas puestas
dispuesta a luchar por lo imposible.
Y cuando llega la noche, un ángel
le humedece el rostro con las alas.
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