15. nov., 2016
EL ECO DE LA TARDE
En busca de la belleza y el misterio.
A eso iba yo aquella tarde de noviembre mustia y parda,
En que los amantes se habían jurado amor eterno,
Y el poeta esculpía en sus versos su mirada.
Como un rayo que sacude la conciencia,
Me estremecieron los acordes de un laúd triste y lejano.
Presentí que alguien pedía mi vida
A cambio de una herencia y un tesoro.
Todo es nada, me susurró el viento,
Aquella luz que ves no es más que una ilusión,
Un burdo engaño que los sentidos prestan a tu alma.
Un torbellino de emociones golpeó mi espalda.
Quise gritar, pero mi boca se llenó de polvo,
Y solo se oyó el eco de la tarde mustia y parda.
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