Más allá del polvo y de las cenizas
A la memoria de mi padre
Nostalgia de tus manos,
De tu voz fuerte y erguida, como un roble,
De tu mirada oscura y penetrante, como un cuchillo en la noche.
Tenías el ardor de los héroes homéricos,
Pero tu piel era tersa y blanca.
Inventabas paraísos, jardines, océanos,
Para frenar el dolor y la envidia.
Guardabas, entre tus cosas, las cartas, los versos, el crucigrama
Y una larga lista de sinsabores.
Te sumías en el silencio distante y versátil
Pero nunca te alejabas de tu puerto.
Creías en el hombre, en las estrellas, en las ruinas y en el Big Bang.
Dialogabas con el tiempo, con Platón y con Beethoven.
Cerrabas los ojos para grabar la belleza en tu alma de poeta.
No envejeciste nunca,
Y las nubes no interrumpían tu sueño.
Andabas despacio, pero sin miedo al frío y al hambre.
Recorriste desiertos y calmaste tempestades.
Luchaste con la espada contra monstruos y gigantes,
Y el valor fue tu compañero entre las sombras de la muerte.
Ahora que ya no estás,
Y que, pese a todo, suena una música lejana,
Sé que tu existencia no fue inútil,
Y que me esperas más allá del polvo y de las cenizas.
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