31. dic., 2014
Texto
Fue el rostro de aquel ángel
En aquel amanecer mudo y eterno,
Lleno de presagios e incertidumbres,
Quien se adentró en la espesura de mi alma,
Quien preguntó por dónde se iba hasta mi playa desierta,
Quien se aprendió los nombres de los héroes de mi infancia,
El que me trajo las gaviotas, las estrellas y los rumores del viento.
Fue el rostro de aquel ángel,
Aquel rostro de porcelana y luces sin olvido,
Sin miedo, sin sombras, sin silencio,
El que supo desde el primer momento
Cuál era mi camino y mi horizonte.
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