11. dic., 2014
No palpitas, pero hieres
En mi acontecer diario
De lunas y atardeceres
Ocupas un lugar en la sombra.
No palpitas, pero hieres
En lo más oscuro del alma.
Allá donde las gaviotas no llegan
Y las campanas no suenan.
No gritas, pero tu susurro es una lanza
Que se clava profundamente en este otoño que muere.
Ocupas un lugar que envidian las palomas
Y añoran los amores sentados a la luz de alguna estrella.
Ocupas un lugar que nadie crea
En un horizonte inmenso,
En una atmósfera diáfana,
Como el cristal que no duda de su prístina belleza.
Allá donde todavía los viejos sueñan
Y vuelan las quimeras
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